Una pareja decidió tomarse una foto en un viejo puente — y debajo vio dos anillos de boda entrelazados entre sí

Para Daniel y Sophie era un día cualquiera.
Viajaban por el campo cuando, por casualidad, encontraron un viejo puente de piedra.
Un río tranquilo, el sol, la sombra de los árboles — el lugar perfecto para una foto de recuerdo.

— Ponte aquí, — dijo Sophie, sacando el teléfono.
Daniel se apoyó en la barandilla, y de pronto se quedó quieto.
— Espera… ¿qué es eso que brilla?

En el agua bajo el puente, entre ramas y hojas, algo reflejaba la luz del sol.
Al principio pensaron que era solo un pedazo de metal, pero cuando Daniel se acercó, el corazón le dio un vuelco.
Sobre una rama atascada junto a la orilla yacían dos anillos de boda entrelazados, como unidos por un hilo invisible.

Eran antiguos — apagados, cubiertos por el paso del tiempo.
Pero uno tenía un delicado grabado femenino, y el otro era liso, masculino.
En el interior apenas se alcanzaban a leer las letras:

“R & E. Para siempre.”

Sophie guardó silencio, apretando la mano de Daniel.
— Tal vez alguien, alguna vez, se hizo aquí una promesa, — susurró.

Decidieron no llevarse los anillos, sino dejarlos donde los encontraron — bajo el puente, donde el amor parecía haber sobrevivido al tiempo.
Antes de irse, Daniel tomó una fotografía.

Más tarde, ya en casa, subió la imagen a Internet — y unos días después recibió un mensaje de una mujer mayor:

“Esos anillos pertenecían a mis padres. Se casaron en 1956 y los perdieron durante un picnic junto al río.”

A veces las historias regresan al lugar donde comenzaron.
Y ese puente había sido testigo de más de un amor.

Like this post? Please share to your friends:
interesteo