Él gruñía a todo el mundo y no dejaba entrar a los médicos… Pero la verdadera razón sorprendió a todos

Por la noche llevaron al hospital a un hombre inconsciente. Su estado era grave, los médicos se apresuraron a conectarlo a los aparatos, le administraron medicamentos y registraron sus constantes vitales. En el pasillo reinaba el ajetreo, y el hombre en la camilla parecía estar pendiendo de un hilo.

Pero junto con él, un perro enorme irrumpió en la sala de recepción. Las enfermeras pensaron al principio que lo habían dejado pasar por accidente, pero pronto quedó claro que el animal no quería irse a propósito. El perro se paraba en la puerta, gruñía a los celadores y parecía intentar alejar a todos de la sala.

Los médicos se indignaron: «¡Quiten al perro, nos impide trabajar!». Pero resultó casi imposible hacerlo. Se resistía con las patas, se escapaba y volvía a abrirse paso hacia su dueño. Parecía que su lealtad no tenía límites.

Sin embargo, pronto todos notaron algo extraño. La perra apenas miraba a su dueño. En cambio, sus ojos estaban fijos en otra cama, en la esquina de la sala, donde yacía un anciano.

Las enfermeras se miraban entre sí. «¿Quizás solo está nervioso?», sugerían unas. Otras negaban con la cabeza: «No, parece que siente algo…».

El perro respiraba con dificultad, arañaba el suelo con las patas, dispuesto a lanzarse hacia la otra cama, pero lo retenían. El ambiente se volvía cada vez más tenso. Nadie entendía por qué el animal se comportaba de forma tan extraña.

Y de repente, el silencio se rompió con una señal aguda de los monitores. El aparato al que estaba conectado el paciente anciano emitió un sonido alarmante. Las enfermeras corrieron hacia él, los médicos se apresuraron a buscar el equipo. Todo sucedió justo en el momento en que el perro volvió a lanzarse hacia adelante…

Like this post? Please share to your friends:
interesteo