Unos esposos compraron comestibles a una abuela solitaria y luego reconstruyeron su vieja casa en ruinas en 5 días 👍🔥 Mostramos fotos de la casa tras la remodelación en el artículo👇
Hoy os contaremos la noble hazaña de un polaco que trabajaba como ingeniero civil en la ciudad de Lubaczew. Una vez se enteró de que una anciana abuela de 80 años llamada Aniela vivía en el bosque, en una vieja casa destartalada sin electricidad ni agua. Krzysztof Kopech y su mujer llevaron comida y ropa a la abuela. Y lo que ocurrió a continuación puede calificarse de auténtico cuento de hadas.
Un acto desinteresado
La primera impresión de la casa donde vivía la abuela no fue la mejor. La vivienda de la anciana parecía más una choza con patas de pollo que una casa humana. No había gas ni electricidad conectados a la casa, y bajo el suelo se veía hormigón y tierra. Como sólo había una ventana, la casa estaba siempre a oscuras.
La abuela tuvo que recurrir a la ayuda social, que llegaba en forma de alimentos, ropa y enseres domésticos. Krzysztof y su mujer quisieron ayudar a la pobre anciana.
La pareja aprovechó sus conocimientos profesionales para llevar a cabo su idea. El marido era ingeniero civil y su mujer arquitecta. Elaboraron un plan para reconstruir la vieja casa y publicaron un mensaje en las redes sociales para recaudar fondos con los que renovarla.
Ayuda de gente solidaria
La historia de la abuela conmovió a gente de distintas ciudades e incluso países. Krzysztof creó un grupo especial de ayuda, al que se unió mucha gente. Allí, personas de ideas afines discutían todas las cuestiones relacionadas con el trabajo.
Sólo se tardaron cinco días en reconstruir la casa.
El equipo de albañiles que contrató Krzysztof aisló las paredes, hizo la fachada y sustituyó el tejado y los suelos. También colocaron azulejos nuevos en la casa e instalaron el mobiliario necesario.
Los voluntarios llevaron a la obra comida, ropa y los productos de limpieza necesarios.
Durante la renovación, el propietario de la casa se mudó, por lo que los renovadores pudieron trabajar a cualquier hora que les conviniera.
Cuando Aniela volvió a su casa, no la reconocía. Estaba tan impresionada por lo que veía que no pudo contener las lágrimas. ¿Podría ocurrir esto en la vida real?
La unión hace la fuerza
No exageramos si decimos que el matrimonio Kopech es gente con mayúsculas. Por supuesto, sin la ayuda de personas solidarias, el final de esta historia podría haber sido completamente distinto.
Durante este tiempo, Aniela se convirtió en una persona muy cercana para los Kopech. Ahora sus nietos la visitan a menudo.
La antes solitaria anciana tiene un nuevo hogar y unos seres queridos que la cuidan.