Anna no esperaba nada inusual ese día. En la puerta había una simple caja de cartón, sin etiquetas, sin nombre del remitente, ni siquiera con la dirección del destinatario. Solo su dirección, cuidadosamente escrita a mano.
Pensó que se trataba de un error, pero la curiosidad pudo más. La caja era ligera, sellada con cinta adhesiva vieja y amarillenta. Cuando Anna la abrió, dentro había un viejo conejo de peluche, descolorido, con una oreja ligeramente rota y un olor familiar.
Se le cortó la respiración.
Era su conejo. El mismo con el que no se separaba de niña. El que se perdió hace veinte años, cuando ella y sus padres tuvieron que mudarse urgentemente después de un incendio. Entonces lloró durante semanas, y su madre le dijo que el juguete se había quemado.
Pero ahora estaba delante de ella. Limpio, como si acabara de lavarse.
Anna cogió el juguete y oyó un crujido en su interior. La costura tenía una costura limpia, diferente a la anterior. Con cuidado, cortó la tela con unas tijeras y sacó un pequeño trozo de papel enrollado.
En él estaba escrito:
«Lo guardé para ti. Tú lo olvidaste, pero yo no».
Sin firma. Sin fecha.
A Anna le temblaban las manos. Llamó a sus padres, pero ellos le aseguraron que no le habían enviado nada. «Seguramente es una broma de alguno de los vecinos», dijo su padre. Pero ella no recordaba a nadie que pudiera saber lo del conejo.
Anna no pudo dormir esa noche. Dejó el juguete en la mesita de noche y se despertó varias veces, porque le parecía que el conejo había girado la cabeza hacia otro lado.
Por la mañana decidió revisar la cámara del interfono. La grabación era breve: alguien había dejado un paquete y se había marchado. La persona llevaba una capucha y no se le distinguía el rostro. Pero lo más extraño era que la grabación no tenía hora. El sistema simplemente no había registrado el momento de la entrega.
Desde entonces, Anna guarda el juguete en una caja cerrada con llave. A veces le parece que por la noche se oye un ligero susurro procedente de la caja, como si alguien se moviera dentro.
No está segura de quién envió el paquete: si fue alguien del pasado o alguien que todavía recuerda a la niña que perdió su conejo.

