Pasó siete años sin cara tras un accidente, hasta que una operación le dio una segunda oportunidad de vivir

«¿Te arriesgarías a morir solo para volver a parecer humano?». Después de que un accidente de caza le dejara sin cara durante 7 años, Maurice optó por un peligroso trasplante como única esperanza 🔪😳 Mira su nuevo rostro en el artículo 👇

Allá por 2011, Maurice Desjardins, de 65 años, sufrió un trágico accidente que lo cambió todo. Durante una cacería, un rifle falló y le causó una grave herida en la cara.

El daño fue extremo: le destrozaron los huesos faciales, la piel, la nariz, la boca, los nervios y los dientes. Maurice quedó irreconocible, con la cara desfigurada sin remedio.

Su esposa, Gaétane, se convirtió en su cuidadora a tiempo completo, dejando su trabajo para ayudarle durante años de dolor emocional y físico. Los médicos tuvieron que crearle una abertura en el cuello para que pudiera respirar, ya que incluso eso le resultaba difícil después del accidente.

En su página de GoFundMe, Maurice contó lo dura que se hizo la vida. «Durante siete años viví sin cara. No podía hablar, comer, beber ni respirar bien. Dependía de una traqueotomía para sobrevivir. Pasé tres de esos años esperando un trasplante».

En mayo de 2018, después de casi una década de sufrimiento, Maurice se sometió a una innovadora cirugía de trasplante de cara, un momento que él calificó como «el mayor regalo» y un «nuevo comienzo.»

La compleja operación fue dirigida por el Dr. Daniel Borsuk, quien se aseguró de que Maurice comprendiera los riesgos. «Tuve que decírselo sinceramente: quizá no sobreviviera a la operación», explicó el médico. «Cuando se lo advertí, Maurice se limitó a preguntar: ‘¿Cree que ahora vivo de verdad?».

Maurice había perdido toda esperanza de llevar una vida normal. «La gente mira. La gente juzga. Prefiero arriesgarlo todo a seguir así», dice. «No me importaba el aspecto de la cara. Sólo quería volver a parecer una persona», según CBC News.

Aunque Maurice sigue teniendo dificultades para hablar, la operación le proporcionó algo que no tiene precio: su identidad y su dignidad. Tras años escondido, por fin pudo mirarse al espejo y ver un futuro.

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