«Al principio pensé que era basura, hasta que mi madre lo vio y casi se echa a llorar». Escondido en el cajón de la cocina de mi difunta abuela había una pequeña herramienta metálica que no sabía identificar… pero resultó contener décadas de recuerdos familiares. Vea la foto y la historia completa en el artículo 👇
Cuando falleció mi abuela, heredé su apartamento. Estaba lleno de recuerdos, una mezcla de muebles antiguos y modernos, y algunas sorpresas escondidas en los cajones.
Una tarde, mientras ordenaba la cocina, me topé con un objeto inusual escondido en el fondo de un cajón. Era pequeño, de metal, y claramente se había usado mucho, pero no conseguía averiguar para qué servía.
Pensando que mi madre podría reconocerlo, se lo llevé y le pregunté si sabía qué era ese pequeño artilugio tan extraño.

Para mi sorpresa, su rostro se iluminó en cuanto lo vio. Resultó que el objeto no era un utensilio de cocina cualquiera, sino algo que la transportó instantáneamente a su infancia.
Me contó que mi abuela solía hornear tartas todos los domingos por la mañana. El aroma de la masa recién horneada se extendía por toda la casa y, cuando era pequeña, mi madre corría a la cocina, emocionada por probarlas.

¿El misterioso objeto? Un molde para tartas, una pequeña herramienta que se utiliza para pellizcar y dar forma a los bordes de la masa de las tartas. Mi abuela lo había utilizado religiosamente, añadiendo un toque decorativo especial a todos los postres que preparaba.
Al parecer, en la década de 1980, herramientas como esta eran imprescindibles en la cocina de cualquier repostero que se preciara. No solo servían para dar un aspecto elegante a las tartas, sino que ayudaban a sellar la masa, manteniendo todo el delicioso relleno en su interior durante el horneado.
Una herramienta que resistió el paso del tiempo
Estas onduladoras solían estar fabricadas en metal resistente, diseñadas para durar décadas. Aunque la que encontré estaba un poco gastada y algo dañada, aún se podía ver lo bien que había cumplido su función.

Mamá me explicó que una masa bien ondulada no era solo una cuestión de presentación, sino también de funcionalidad. Los bordes limpios y ondulados ayudaban a mantener todo sellado, para que nada se saliera ni se quemara en el horno.
Es increíble cómo un objeto pequeño y olvidado puede contener tantas historias y traer consigo una oleada de recuerdos cálidos del pasado.
¿Alguna vez has descubierto algo antiguo y misterioso en la casa de tu familia? ¿Qué historias te reveló? ¡Cuéntanoslo en los comentarios!

