Una madre decidió no viajar con su prometido después de descubrir que, mientras él había reservado asientos de primera clase para él, sus hijos y ella, colocó a los hijos de ella en clase turista. El incidente suscitó un gran debate en Internet, y muchos la aplaudieron por defender a sus hijos e insistir en un trato justo.
Esto es lo que pasó: Mi prometido tiene tres hijos de su anterior matrimonio y yo tengo dos del mío. Dejé mi trabajo para centrarme en mis estudios, y ahora él es el principal proveedor económico, aunque yo sigo contribuyendo con mis ahorros. También asumo la mayor parte del cuidado de los niños y las responsabilidades domésticas.
Quería que fuéramos todos a Acción de Gracias con su familia, al otro lado del país, así que nos reservó los vuelos. Pero justo antes de partir, me enteré de que nos había sentado a él, a sus hijos y a mí en primera clase, mientras que a mis dos hijos (de 14 y 10 años) los había colocado en clase turista.
Me quedé muy sorprendida. Me dijo que no era nada, que se trataba de un vuelo corto y que mis hijos podían «arreglárselas». Cuando le pregunté por qué le parecía aceptable, se enfadó y argumentó que, puesto que él había pagado los billetes, debíamos acatar sus decisiones.
Sin dudarlo, cogí a mis hijos y salí del aeropuerto. Nos persiguió gritando que volviéramos, pero me negué. Le dije que ya no quería pasar Acción de Gracias con su familia después de lo que había pasado. Mi hija pequeña lloró porque nunca había volado sin mí.
Él se fue de viaje con sus hijos, mientras que los míos y yo nos quedamos en casa. Desde entonces, no ha dejado de llamarme para criticarme, y su madre me envió un mensaje diciendo que estaba criando niños malcriados y que perderme Acción de Gracias por un asunto tan trivial revelaba mi verdadera naturaleza.
Aún no he respondido, pero ahora me asaltan las dudas. ¿Debería haberle seguido la corriente y haber ignorado el asunto?
